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¿Hay problema, Willy?

lunes, 4 de diciembre de 2006

La luz al final del túnel


Por situaciones sociales, este sábado estuve en un velorio de alguien a quien nunca conocí. Y el domingo, por consiguiente, en el entierro de alguien que conocí el sábado por la noche.

La muerte nunca deja de ser maravillosa, al igual que la vida, la muerte reúne a extraños y conocidos, provocando un alud de emociones en las cuales nos damos cuenta que, a pesar de nuestros trabajos de 7am a 5pm lunes-viernes, a pesar de algunas rutinas y de un mundo que a veces logra un frágil silencio, hay siempre ratos para que todos presenciemos las maravillas de estar vivo.
Ahora alguien quedó con un agujero en su corazón, uno que nunca podrá ser llenado por nada ni por nadie, alguien perdió un poco de sí en una agonía solapadamente colectiva aunque oficialmente personalizada, en la que, tras el adiós sólo queda el vacío. Y en honor a don Corky Thatcher, aún así, La Vida Continúa.
Lo curioso es que hay gente que todavía no se percata...

2 comentarios:

Laura dijo...

Hola corazón, gracias por toda esa inspiración derramada en mi mar, fue como una vocanada de oxigeno.
Al igual que este post para los que a veces no se percátan que somos tan frágiles y nuestras vidas tan fugáces como para amargarnos, enojarnos y dejar de lado ese toque de inocencia y sorpresa que nos regala la vida a cada respiro.
besote

PD me tocó una situación muy similar, al acompañar a una amiga, y es realmente fuerte el sentir y ver las emociones, reproche y lamentos; Pero en esa caso estaba siendo despedido por sus hijos, nietos; me quedó la sensación de que no se terminaba su vida ahí sinó que ese señor desconocido había conseguido reencarnar con su legado de semillas.

roberto OVALLE dijo...

La persona que murió tenía 21 años, con más razón uno se queda pensando que había un mañana, que había una navidad, una graduación de la U, hijos, nietos, y un camino muy largo aún, pero no, ella llenaba todos los requisitos para morir: estaba viva.

En el entierro, las últimas palabras de su padre fueron:

espero que ninguno de ustedes tenga la desdicha de tener que ir al Centro Médico (un hospital de acá, de los más fufurufos)... qué lamentable despedirse con dolor, pues así las despedidas son más largas...