próxima parada: Melmac

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¿Hay problema, Willy?

sábado, 1 de mayo de 2010

Día Pi, 2010


No fue del todo una sorpresa para mí verme en esa situación. Ya lo veníamos hablando e incluso ya veníamos haciendo los primeros movimientos en esa dirección. Sin embargo, faltaba el detalle... el acto ceremonial.

Yo había pensado llevarla a un lugar "especial": un restaurante fufurufo, o tal vez la cima de la montaña Ulriken, a 643m sobre el nivel del mar y desde la cual se puede observar kilómetros y kilómetros de fiordos.

Sin embargo, ese día fue especial. Yo había jugado un torneo de fútbol toda la tarde, mi equipo había llegado a semifinales (un logro, dado que soy una perra para el fútbol), y ella siempre estuvo ahí, conmigo, viéndome, apoyándome, riendo con mi forma de correr tan antiestética.

Al concluir el torneo, volvimos al apartamento. Nos bañamos, pero yo terminé primero que ella. Luego me llegó: cualquier momento es suficientemente especial para esta clase de cosas, porque lo especial no es lo circundante, sino la pregunta.

Ella salió del baño envuelta en su paño gris, oliendo a mujer nueva. La detuve en seco en la puerta que da del baño a la cocina. Le dije lo mucho que la amaba y cuánto quería un futuro con ella. Me hinqué... ella, con ojos llorosos, dijo que sí.

Ese día, mi corazón experimentó una ampliación.

viernes, 29 de enero de 2010

El camino

El sábado 19 de diciembre salí de mi casa en Bergen, Noruega. Ese día estaba cayendo la primera nevada del año, algo muy inusual pues el año anterior la primera nieve fue a mediados de octubre. Ese día debía viajar a Alemania, a reunirme con mi novia en el aeropuerto de Bremen, Alemania. El plan:



*Bergen - Haugesund: 3hr de bus y ferry

*Haugesund - Karmøy: 25min de bus


*Karmøy - Bremen: 1:20hr de vuelo




Alrededor de las 2pm debería estar con Anne rumbo a la casa de sus padres en Uelsen, cerca de la frontera con Holanda. Pero el día tenía otros planes para mí.



El hombre propone...



El bus pasó alrededor de las 8:25am, con 10min de retraso, nada del otro mundo. Dos personas más tomaron el mismo bus que yo, con destino a Haugesund, 3hr al sur de Bergen. El viaje en el bus fue uno sin sobresaltos. En el camino el bus sube a un ferry durante 45min, cosa que sucedió de manera puntual y sin problemas.


Al llegar a Haugesund, la sorpresa fue que el bus hacia el aeropuerto (con el que debía conectar) ya había partido. Eso me puso en una situación complicada, pero las 2 personas (una pareja de novios: ella alemana, él austríaco) que venían en el bus desde Fantoft (donde vivo) igual que yo también pretendían tomar el vuelo a Bremen. Entre los 3 decidimos tomar un taxi al aeropuerto para compartir los gastos.


El taxi llegó al aeropuerto Karmøy sin problemas. Pude ingresar mi maleta (un bulto de mochilero, grande) antes de que el vuelo fuera cerrado. Procedí a la sala de espera. Me senté en un sillón y me dispuse a leer un comic que había sacado de la Biblioteca Pública de Bergen.



No tan rápido



No es un secreto que volar no es una de mis actividades favoritas. Los comics desviaban mi mente del vuelo. El avión debía partir a las 12:50pm. A la 1:20pm no había rastro del avión, hasta que por los parlantes se escuchó una voz anunciando que el vuelo en el que debíamos partir había aterrizado en Stavanger (2hr al sur de donde yo estaba) debido a la tormenta de nieve. Ryan Air (una aerolínea baratísima, pero también una pesadilla en cuanto a servicio al cliente) esperaba instrucciones desde Dublín, donde están las oficinas centrales de dicha aerolínea.


5min más tarde anunciaron con la mayor tranquilidad del mundo que el vuelo había sido cancelado, y que teníamos 2 opciones: nos devolverían el dinero (ni un céntimo más de lo que habíamos pagado, chingo'e servicio) o nos pondrían en el siguiente vuelo (que partía 4 días más tarde). Mierda.



Alternativas




Llamé a Anne para contarle lo que sucedía. Fue muy duro tener que contarle lo que estaba pasando, pero también era ahora que necesitaba su apoyo. Por supuesto que al principio a ella le impactó mucho la noticia, pero ella y su familia empezaron a moverse para averiguar qué otras opciones tenía yo:



*Volver a Bergen y buscar otro vuelo (con la ventaja de que yo vivo en Bergen; la desventaja es que la misma nieve caía en Bergen que donde yo estaba)


*Ir a Oslo, y de ahí en ferry a Kiel, al norte de Alemania


*Ir a Stavanger y buscar el ferry que va a Hirtshals, al norte de Dinamarca, y de ahí en tren a Alemania



Volví a toparme a la pareja que venía conmigo en el bus, Laura y Christian. Ahora los 3 estábamos en la misma situación. Decidimos seguir el camino juntos. Al cabo de un par de horas, llegamos a Stavanger.



Corn Flakes



En Stavanger los copos de nieve parecían Corn Flakes. Yo por supuesto iba vestido pésimamente para la ocasión. Según yo, mi viaje era un vuelo de una hora y punto. Ahora me hallaba con todas mis cosas caminando bajo una nevada intensa con 2 personas que aunque fueron excelentes conmigo, no las conocía mucho que digamos. Yo no llevaba guantes ni gorro, e iba en tennis. Stavanger es un pueblo relativamente pequeño a la orilla del mar, por lo que empezamos a buscar dónde tomar el ferry. Media hora más tarde, estaba empapado y no teníamos idea de dónde paraba el ferry, la única pista que teníamos fue un taxista que nos dijo que la estación del ferry estaba a 12km de distancia, y mi novia, quien estaba averiguando dónde quedaba la estación. Hasta que murió mi celular.



Ver mapa más grande tramo Bergen - Stavanger


Finalmente decidimos entrar a un hotel y preguntar por el mentado ferry. La encargada no sabía, pero luego de 1min de internet, descubrió que en efecto, quedaba a más de 10km de distancia de donde estábamos. Compramos comida en un supermercado (yo me atiborré de jama, no sabía cuándo volvería a comer), y abordamos un taxi hacia la estación.


Al llegar a la estación, descubrimos que el único tiquete que podíamos comprar hacia Hirtshals incluía camas, por lo que los 3 debíamos compartir cuarto. Pero bueno, ¿por qué no? Ya habíamos llegado hasta acá y ahora sólo restaba seguir. El barco (lleno de polacos camino a casa) salió a tiempo. Nuestro cuarto quedaba justo encima del bar, un hijueputa escándalo, pero Laura y Christian pudieron conseguir un cuarto nuevo, por lo que nos cambiamos. Yo me deshice de mi ropa mojada, incluyendo mis tennis, que estaban completamente húmedas. Fui a la tienda del barco, me compré un par de birras para el camino y una caja de chocolates para no llegar con las manos vacías.



Hacia el sur



Luego de una noche durmiendo en un barco que navegaba en aguas tormentosas (es como dormir en el Barco Pirata de la Ciudad Mágica), llegamos a Hirtshals (Dinamarca) con 3hr de retraso. Para ese entonces ya había podido recargar mi teléfono, pero se me acabó el saldo (cuando no es una...). En Hirtshals no hay mayor cosa, por lo que Laura sugirió que pidiéramos ride, idea que no me convencía para nada pero accedí. El quinto carro paró. Un hombre iba solo en un carro, con destino a un pueblo cercano a la frontera con Alemania. ¡Al fin algo de suerte! Ya olía a Schatz...


Dinamarca es un país completamente plano. En algunas partes del trayecto, el cielo y la tierra parecían ser la misma cosa: una superficie blanca, lisa, sin características. Tras averiguaciones de la esposa del mae que nos dio ride, él nos dejó en Kolding. Ahí debíamos tomar un tren hacia Flensburg, Alemania, y de ahí a Hamburgo. El tren llegó con 45min de retraso, y a los 5 minutos de subirnos a él, paró y se fue la luz. Al rato se volvió a encender todo y jalamos.




Ver mapa más grande tramo Hirtshals - Oldenburgo



Coda



En Alemania todo funcionó bien. En Hamburgo me despedí de Christian y Laura, quienes iban por otro rumbo. A las 11:30pm del día siguiente, casi 40hr después de haber salido de casa, llegué donde a mi destino. Ahí me esperaba una mujer hermosa, un pedazo de pollo y una caja de sushi. Esa noche dormiría sonriendo.

domingo, 24 de enero de 2010

Mi nuevo blog de fotografía



















A través de los ojos de un extraño


Mi nuevo blog de fotografía.

Actualizado jueves y domingos.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Cuentos callejeros

Desde mediados de setiembre empecé a trabajar en una organización humanitaria internacional. Mi trabajo consiste en estar parado en media calle (o centros comerciales, según sea el caso), tratando de abordar extraños para explicarles lo que hace la organización, y convencerlos de que es necesario llevar más ayuda a otras partes del mundo. Si al final la persona está convencida, nos dará sus datos y accederá a colaborar de forma mensual con un monto que la persona define.

La parte ruda

En mi opinión, dicha labor presenta sobre todo 2 aspectos difíciles:

1. Parar a la gente. ¿Por qué alguien se querría detener a escucharnos? Cuando yo no trabajaba en esto, nunca me detenía. Ni siquiera decía "no gracias". Nada.

2. El aspecto mental. Hay días en los que, como todo mundo, uno no quisiera ir a trabajar. Y si a eso añadimos que en este trabajo por cada cien personas que uno intenta detener en la calle, si acaso una se detiene, y nunca falta gente grosera (no es mucha, pero la hay), gente que lo ignora o evita a uno abiertamente... el principal rival a vencer en esos días, es uno mismo.

Una vez que alguien se detiene, en mi opinión no es tan difícil conseguir que acepten colaborar. Cuando uno le expone a la gente que con su hipotética ayuda se tratarán mujeres violadas por la guerra, o niños que fueron reclutados como soldados, a mucha gente se le toca el corazón (o la conciencia).

Arquetipos

En la calle uno se topa de todo. Gente en traje formal, señoras de 80 años, turistas, inmigrantes... ¿cómo reaccionan dichas personas? Depende mucho de quién es uno. Rápidamente uno se va dando cuenta que para los hombres, nos es más fácil dialogar con mujeres, y viceversa. Tal vez el cerebro de uno está más dispuesto a escuchar al sexo opuesto (¡aunque haya abundante evidencia de lo contrario!). Al principio a mí me sucedió que me daba extrema timidez aproximarme a gente joven. A uno le da vergüenza que lo lleguen a vacilar. Poco a poco se vencen los miedos.

Sin embargo, sí aprecio ciertas conductas:

- personas con atuendo formal, de oficina, prácticamente nunca se detienen (al menos yo nunca he detenido a uno solo).
- hombres mayores, de tercera edad, generalmente también son bastante escépticos.
- migrantes de origen musulman, mantienen a los extraños a gran distancia. Las mujeres musulmanas ni siquiera lo vuelven a ver a uno.
- güilas tipo "fashion", tienden a ser bastante cortantes. No todas, eso sí.

Por otra parte, entre los grupos más dispuestos a ayudar, en mi experiencia, está la gente de clase media, amas de casa, migrantes de países europeos (por ejemplo, polacos o ex yugoslavos) o estudiantes universitarios.

Nunca falta...

Nunca falta alguien que se detiene a decirle a uno que esta vara es para robarse la plata, que se la gastan en salarios, etc. Para mí, eso es algo idiosincrático, parte de la actividad. Si alguien está desviando fondos, no soy yo.

Una vez me topé a una amiga de la universidad (una mujer de Irán), y su comentario al verme trabajando en esto, en media calle, fue "haaa... shitty job!". Oh vieja más hijueputa.

sábado, 14 de noviembre de 2009

En el cielo está el reino de Dios

No, no me volví pandereta.

Recientemente estuve en un vuelo nocturno entre Copenhague y Bergen. No es secreto que de un tiempo para acá me da miedo volar, y eso se exacerba por las noches... ¿miedo a lo desconocido?

El vuelo, supongo, jamás tuvo ningún peligro serio. Sin embargo, se movió de principio a fin. Me bajé del avión temblando. Durante todo el vuelo le rogué a Dios que se acabara la turbulencia. Sólo en eso pensé.

Cuando el ser humano envejece, o se asusta o se siente inútil, se acuerda de Dios como nunca.
¿Por qué seremos tan doble cara?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hora de pegársela


Este dibujo es para Atrium no.4 2009.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Metiéndose en la vida ajena



La arquitectura (y en este caso la topografía, porque me tuve que subir a una cuesta) ofrece la posibilidad de meterse en las vidas de otras personas. Este es un acercamiento a la fachada de Fantoft, un ghetto inhumano, pero a la vez lleno de vida. 1.300 personas viven en este conjunto de aspecto soviético, algunos de los cuales son refugiados de guerra de países como Sudán o Uganda.

¿Qué hay detrás de las 1.000+ ventanas de Fantoft?

lunes, 7 de septiembre de 2009

Grieghallen 1894-2009

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miércoles, 17 de junio de 2009

Extraño la oscuridad

Eso podría sonar como el título de la autobiografía de un EMO, pero no. Se refiere al curioso fenómeno de la noche de verano en Noruega, donde llega un momento en el año en el que no hay oscuridad. A las 12am no es de noche (sin embargo, no se debe de confundir con el famoso ¿o infame? sol de medianoche, pues en Bergen aunque es de día, el sol no es visible.

¿Cómo es la vida nocturna en la latitud 60°N? Pues hay varias cosas que llaman la atención:

-Cuesta mucho dormir al principio, pues el cuerpo percibe que sigue siendo de día y no da sueño. Lo único que soluciona esto es poner cortinas gruesas y oscuras que bloqueen cualquier luz solar. En mi caso, uso 2 cobijas y 2 cortinas traslapadas, y aún así se aprecia algo de claridad por las rendijas.

-Uno ve gente súper vestida saliendo para actividades formales (notoriamente, güilas en vestidos, panties y tacones) cuando sigue siendo de día. Y las ve en el último bus cuando van borrachas para la casa. Y sigue siendo de día.

-Se pierde un poco el sentido de privacidad que ofrece la noche. Ya no hay ese misterio, ese velo cubriendo las cosas, esa sensación de curiosidad que ofrece la noche. Ahora siempre es de día, todo se sabe, todo es visible.

Cuando era invierno y había sol de 10am a 3pm, no sentí la falta de luz solar. Ahora NO hay oscuridad y me siento invadido.