próxima parada: Melmac

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¿Hay problema, Willy?

domingo, 13 de diciembre de 2009

Cuentos callejeros

Desde mediados de setiembre empecé a trabajar en una organización humanitaria internacional. Mi trabajo consiste en estar parado en media calle (o centros comerciales, según sea el caso), tratando de abordar extraños para explicarles lo que hace la organización, y convencerlos de que es necesario llevar más ayuda a otras partes del mundo. Si al final la persona está convencida, nos dará sus datos y accederá a colaborar de forma mensual con un monto que la persona define.

La parte ruda

En mi opinión, dicha labor presenta sobre todo 2 aspectos difíciles:

1. Parar a la gente. ¿Por qué alguien se querría detener a escucharnos? Cuando yo no trabajaba en esto, nunca me detenía. Ni siquiera decía "no gracias". Nada.

2. El aspecto mental. Hay días en los que, como todo mundo, uno no quisiera ir a trabajar. Y si a eso añadimos que en este trabajo por cada cien personas que uno intenta detener en la calle, si acaso una se detiene, y nunca falta gente grosera (no es mucha, pero la hay), gente que lo ignora o evita a uno abiertamente... el principal rival a vencer en esos días, es uno mismo.

Una vez que alguien se detiene, en mi opinión no es tan difícil conseguir que acepten colaborar. Cuando uno le expone a la gente que con su hipotética ayuda se tratarán mujeres violadas por la guerra, o niños que fueron reclutados como soldados, a mucha gente se le toca el corazón (o la conciencia).

Arquetipos

En la calle uno se topa de todo. Gente en traje formal, señoras de 80 años, turistas, inmigrantes... ¿cómo reaccionan dichas personas? Depende mucho de quién es uno. Rápidamente uno se va dando cuenta que para los hombres, nos es más fácil dialogar con mujeres, y viceversa. Tal vez el cerebro de uno está más dispuesto a escuchar al sexo opuesto (¡aunque haya abundante evidencia de lo contrario!). Al principio a mí me sucedió que me daba extrema timidez aproximarme a gente joven. A uno le da vergüenza que lo lleguen a vacilar. Poco a poco se vencen los miedos.

Sin embargo, sí aprecio ciertas conductas:

- personas con atuendo formal, de oficina, prácticamente nunca se detienen (al menos yo nunca he detenido a uno solo).
- hombres mayores, de tercera edad, generalmente también son bastante escépticos.
- migrantes de origen musulman, mantienen a los extraños a gran distancia. Las mujeres musulmanas ni siquiera lo vuelven a ver a uno.
- güilas tipo "fashion", tienden a ser bastante cortantes. No todas, eso sí.

Por otra parte, entre los grupos más dispuestos a ayudar, en mi experiencia, está la gente de clase media, amas de casa, migrantes de países europeos (por ejemplo, polacos o ex yugoslavos) o estudiantes universitarios.

Nunca falta...

Nunca falta alguien que se detiene a decirle a uno que esta vara es para robarse la plata, que se la gastan en salarios, etc. Para mí, eso es algo idiosincrático, parte de la actividad. Si alguien está desviando fondos, no soy yo.

Una vez me topé a una amiga de la universidad (una mujer de Irán), y su comentario al verme trabajando en esto, en media calle, fue "haaa... shitty job!". Oh vieja más hijueputa.

sábado, 14 de noviembre de 2009

En el cielo está el reino de Dios

No, no me volví pandereta.

Recientemente estuve en un vuelo nocturno entre Copenhague y Bergen. No es secreto que de un tiempo para acá me da miedo volar, y eso se exacerba por las noches... ¿miedo a lo desconocido?

El vuelo, supongo, jamás tuvo ningún peligro serio. Sin embargo, se movió de principio a fin. Me bajé del avión temblando. Durante todo el vuelo le rogué a Dios que se acabara la turbulencia. Sólo en eso pensé.

Cuando el ser humano envejece, o se asusta o se siente inútil, se acuerda de Dios como nunca.
¿Por qué seremos tan doble cara?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hora de pegársela


Este dibujo es para Atrium no.4 2009.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Metiéndose en la vida ajena



La arquitectura (y en este caso la topografía, porque me tuve que subir a una cuesta) ofrece la posibilidad de meterse en las vidas de otras personas. Este es un acercamiento a la fachada de Fantoft, un ghetto inhumano, pero a la vez lleno de vida. 1.300 personas viven en este conjunto de aspecto soviético, algunos de los cuales son refugiados de guerra de países como Sudán o Uganda.

¿Qué hay detrás de las 1.000+ ventanas de Fantoft?

lunes, 7 de septiembre de 2009

Grieghallen 1894-2009

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miércoles, 17 de junio de 2009

Extraño la oscuridad

Eso podría sonar como el título de la autobiografía de un EMO, pero no. Se refiere al curioso fenómeno de la noche de verano en Noruega, donde llega un momento en el año en el que no hay oscuridad. A las 12am no es de noche (sin embargo, no se debe de confundir con el famoso ¿o infame? sol de medianoche, pues en Bergen aunque es de día, el sol no es visible.

¿Cómo es la vida nocturna en la latitud 60°N? Pues hay varias cosas que llaman la atención:

-Cuesta mucho dormir al principio, pues el cuerpo percibe que sigue siendo de día y no da sueño. Lo único que soluciona esto es poner cortinas gruesas y oscuras que bloqueen cualquier luz solar. En mi caso, uso 2 cobijas y 2 cortinas traslapadas, y aún así se aprecia algo de claridad por las rendijas.

-Uno ve gente súper vestida saliendo para actividades formales (notoriamente, güilas en vestidos, panties y tacones) cuando sigue siendo de día. Y las ve en el último bus cuando van borrachas para la casa. Y sigue siendo de día.

-Se pierde un poco el sentido de privacidad que ofrece la noche. Ya no hay ese misterio, ese velo cubriendo las cosas, esa sensación de curiosidad que ofrece la noche. Ahora siempre es de día, todo se sabe, todo es visible.

Cuando era invierno y había sol de 10am a 3pm, no sentí la falta de luz solar. Ahora NO hay oscuridad y me siento invadido.

jueves, 30 de abril de 2009

El país perfecto

Empiezo por advertir que este artículo es poco objetivo, y está basado casi exclusivamente en mi experiencia personal, con todo lo que eso implica.

Mucha gente en América Latina suele ver a Norteamérica y a Europa para arriba. Yo tengo la dicha (dejemos eso en claro, me gusta estar aquí) de vivir en Noruega, donde en efecto hay muchas cosas envidiables. O eso parece.

A pesar de que usualmente mis gustos en cuanto a mujeres se acercan más a la mujer latina, he de admitir que en Noruega están las que, en mi humilde opinión, son las mujeres más bellas del mundo. Son casi increíbles, y son una buena porción del total de mujeres, las que son bellas.

Y no sólo son guapas, son femeninas, orgullosas de ser mujer, su "igualdad de la mujer" en la mayoría de casos no ha sido un argumento en contra de los tacones, las enaguas o el pelo largo, sino todo lo contrario, ha sido una reafirmación de la experiencia de ser mujer.


Sin embargo, la dinámica social es como cuando uno va manejando en un bosque, y se topa un venado parado en la carretera: al encender las luces, el venado o venados, salen huyendo y desaparecen de la vista.

Acá a uno se le termina haciendo costumbre ver diosa tras diosa incesantemente por las calles, pero es como ver un cisne volar: es obvio que se trata de una criatura hermosa, pero (casi) nunca, por (casi) ningún motivo, uno podrá tocar a ese cisne (como se podría tocar a un perro o gato, por ejemplo). Hay un límite que divide a la gente. En la analogía del cisne, el límite es físico: el aire; el cisne puede volar y uno no. En el caso de la dinámica social en este país, el límite, al menos para mí, sigue siendo un misterio. Sólo sé que entre cada noruego y noruega, y el resto de los seres humanos, hay una muralla invisible.

La próxima vez que hable mierda de Costa Rica, recuerde que hay lugares donde el sol no sale durante 6 meses.

domingo, 12 de abril de 2009

Miedo de volar

Todo empezó en el momento indicado. Qué bien.

En vista de que mis señores padres se divorciaron por allá de 1984, y son de distinta nacionalidad, desde mi temprana infancia me vi en la situación de tener que viajar en avión constantemente para poder relacionarme con mis progenitores. La infancia y la adolescencia pasaron sin problemas.

Pero cuando llegué a la edad adulta (por ahí de los 25 años, digamos), empecé a tener un sueño recurrente: soñaba con accidentes aéreos. En mis sueños, siempre un día perfecto de verano tico se transformaba en una tragedia en la que muchas personas (pero nunca yo) morían al accidentarse un avión.

Ahí empecé a tener miedo de volar.

Una de las últimas veces que volé, me tuve que pasar todo el vuelo viendo por la ventana para sentirme más tranquilo (si volvía a ver para dentro del avión, me agarraba una ansiedad de mierda). Lo más tragicómico, es que ese vuelo fue a media noche.

Qué problema hacerse más viejo y miedoso. Sin embargo, he encontrado gente como yo y eso me hace sentir un poco mejor. A entrarle con güevos. Uno se vuelve supersticioso (por ejemplo, el último post en este blog lo escribí antes de ese viaje, y es una lista de deseos por si me muero), irracional (se agarra duro del sillón, seguro por si hay un accidente para que el cadáver no se desacomode), y hasta le agarran personalidades múltiples (en la jupa, uno recrea accidentes aéreos, como si hubiera un marciano o un gremlin cagado de risa de verlo a uno montado en pánico).

Oh Satanás...

sábado, 14 de marzo de 2009

Mi funeral

¿Alguna vez se ha preguntado cómo quiere que sea su funeral?

En lo personal, primero que nada, no pertenezco a ninguna religión, por lo que no quisiera que esa vara se volviera una excusa para hacer misas (no quiero novenarios ni carajadas por el estilo).

Cuando tenía 14 años se murió un compañero del colegio y yo tuve la genial idea de asomarme a ver el cadáver por la ventanilla del ataúd. Pésima idea. Sin embargo, creo que es decisión de los "invitados" si se quieren asomar y echarse el vinazo. Ventanilla abierta.

Si me palmo, no quisiera seguir robando espacio en el mundo. Crémenme. Y esparzan mis cenizas en algún lugar que yo aprecie, pero que sea en mi querida Costa Rica (o en el espacio, si hay plata).

Quisiera que en mi velorio haya birra, pizza, chifrijo, boquitas. No sólo galletas soda y café (cualquiera se ataca a llorar con semejante menú). Si está en mis manos, dejaré pagado tal servicio.

Quienes me conocen saben que la música es algo muy importante en mi vida, MUY importante. Por eso, si muero, quiero que alguien coja mi laptop (no tiene password), ponga el iTunes, escoja el playlist "Mis favoritos" (son como 200 canciones), y le dé play. Quiero que todo mundo conozca el soundtrack de mi vida.

Finalmente, creo soy una persona muy expresiva, no tengo problemas de comunicación ni de demostrar afecto, así que todo mundo sabe qué siento por cada quién. Me iré feliz, cuando me toque.

jueves, 5 de marzo de 2009

Costa Rica vista desde afuera

Casos de la vida real

La típica:

-Vengo de Costa Rica.
-Ah, ¡Puerto Rico!
¿Qué puta parte de COSTA RICA no entendió???
¿Será que no sé pronunciar el nombre de mi propio país???


La del ignorante:
-Vengo de Costa Rica.
-Eso queda en España, ¿verdad?
Agárrenme que lo mato...
lo curioso fue que el señor que me dijo esto era un mae muy pura vida, por lo que se le perdona la ignorancia furibunda.


La del bateador:
-Vengo de Costa Rica.
-Eso queda a la par de México.
-No.
-A la par de Argentina.
-No.
-A la par de Colombia.
-No.
Noruega es a la par de Italia. Noruega es a la par de España.
Noruega es a la par de Alemania. Noruega es a la par de Estonia.
Te lo pedimos Señor Jesús...


La del adivino:
-Vengo de...
-Déjeme adivinar: Brasil.
-No.
-México (y dale con México).
-No.
-Perú.
-No. Vengo de Costa Rica. Probablemente el último lugar en su lista.
(Silencio).
N'ombre, si ya lo tenía en la punta de la lengua...

La del cartógrafo
-Vengo de Costa Rica.
-OK déjeme pensar. Primero viene México.
-Sí.
-Luego viene Panamá (hasta ahí llegamos).
-No.
-Luego viene... Colombia.
-No.
-Luego viene Panamá.
-No (seás necio/a).
-OK. ¿Entonces?
-Primero viene México (estamos de acuerdo). Luego viene Guatemala.
-¡Aaaah! ¡Guatemala!
-Luego viene Honduras y El Salvador.
-Honduras. ¿Quién conoce ese país?
-(Usted no, por lo visto). Luego viene Nicaragua.
-A ja.
-Luego viene Costa Rica, y LUEGO está Panamá.
-Yo sabía que era Panamá.
Sin comentarios.

jueves, 19 de febrero de 2009

La norueguización de un tico desubicado



Mes 1
Odio estar en Noruega. No entiendo a nadie. Nadie me entiende (¡lloremos!). Todos son una sarta de hijueputas. Me siento solo. No doy pie en bola en la U.

Mes 2
Jueputa otoño. Todo se está muriendo. Todo es triste. Cae un pelo de gato eterno. Qué mierda con esta gente. No sé bien a qué putas vine.

Mes 3
Tengo trabajo, eso es algo bueno. Tal vez en realidad sí tengo suerte de estar acá. Tengo algunos amiguillos extranjeros como yo pero quisiera conocer noruegos también.

Mes 4
Ya me echo las birras. Ya empiezo a aceptar lo caro que es este país. Sigo sin conocer noruegos más que hola y adiós. Llega navidad (y yo, sin ti). Mucho brete, eso es tuanis. Por fin fui a una fiesta y hablé con mucha gente noruega.

Mes 5
He soñado en noruego varias veces. Todavía no entiendo bien el idioma pero ahí voy. Primeras invitaciones a casas de noruegos. Tal vez sí me quiero quedar aquí después de todo.

Mes 6
Puta, por fin me animé a invitar a salir a una güila. Ligar aquí es totalmente distinto y muy a menudo ni siquiera sé qué estoy haciendo, pero ahí voy. Voy a reuniones de noruegos donde soy el único extranjero. ¡Salí en el periódico! Me siento muy feliz de estar aquí.

miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Anti-discriminación?

En incontables ocasiones, la humanidad ha visto cómo surgen conflictos, una y otra vez debido a la intolerancia. Intolerancia hacia los judíos, los gitanos, etc. Los de esta etnia se llevan ley con los de aquella etnia, y a la menor provocación, salta la chispa. También hay discriminación horizontal, es decir, del hombre a la mujer. La mujer vivió (y en muchos lugares, sigue viviendo) relegada a la cocina, a la casa, a salarios inferiores, a una vida menos plena, a ser un accesorio del hombre.

Tales situaciones han nublado el desarrollo humano. En Europa Occidental, podríamos decir que el último gran conflicto de intolerancia fue la Segunda Guerra Mundial, aunque también recientemente ha habido choques entre los musulmanes europeos y los europeos cristianos (en Francia, notablemente).

Sin embargo, a inicios del s.XXI encontramos una situación que, en apariencia, es totalmente opuesta a la anterior. Ahora resulta que lo culturalmente aceptable es negar las diferencias entre los seres humanos. Lo que está de moda es hacer como si entre nosotros no hay diferencias, hacer como si las diferencias sólo estuvieran en la cabeza de la gente. Siéntese en una reunión de personas y afirme que los negros son diferentes a los blancos (por decir cualquier idiotez, da igual para fines del experimento), y vaya viendo cómo lo enjachan, uno a uno, los presentes.

De repente pasamos de exagerar las diferencias (y usarlas como argumento para cosas que no se pueden justificar, como los genocidios o el racismo) a negar y satanizar las diferencias. Ahora, las diferencias son tabú. Son políticamente incorrectas. En lugar de lograr un equilibrio, pasamos de un extremo, al otro extremo. Antes era malo creerse igual. Ahora es malo creerse diferente.

Las diferencias son las que nos hacen especiales, son las que nos hacen quienes somos. Ser diferente es la base de la identidad del ser humano. Y la madurez permite aceptar y entender que ser diferente trae ventajas y desventajas.

viernes, 13 de febrero de 2009

La historia de cómo llegué a Noruega

Prólogo

En vista de que mi tata es guatemalteco, y mi mamá es tica, y se divorciaron hace muchos años (gracias infinitas al Señor Jesucristo), durante mi vida de estudiante (es decir, de los 5 a los 24 años) me vi en la necesidad de viajar a Guatemala 2 veces al año, con el objetivo de visitar a mi tata y demás familiares guatemaltecos.

Hace ya 7 años y resto, en julio de 2001, nuevamente emprendí uno de esos viajes de vacaciones para ir a ver a mi tata. Yo tenía 19 años, y para esa ocasión, me acompañó una compa de la U, quien entabló una excelente relación con mi papá (quien, hay que mencionar, siempre ha sido muy abierto y receptivo con mis amistades. Un fin de semana hacia el final de julio, mi papá decidió llevar a Melania y a mí, a pasear por el campo en Guatemala.

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Ese sábado paseamos por el oeste de Guatemala, un lugar montañoso, de gran belleza, conocimos lugares nuevos y visitamos algunos a los que yo tenía años de no ir. Para pasar la noche, fuimos a casa de mi tío, que en ese momento tenía relativamente poco tiempo de haberse divorciado de su esposa de toda la vida, empezó una nueva relación con otra ilustre dama, se fueron a Estados Unidos a probar suerte, y recién habían vuelto a Guatemala.

Mi tío, quien, valga mencionar, es un pan de Dios (casi rayando en la ingenuidad), nos hospedó, y nos dijo "oigan muchá (muchachos), ¿quieren ir a comer pizza?". La pizza es buena, por lo que todos accedimos y nos dirigimos a un lugar en el centro de Xelajú (lugar al que nunca he vuelto, por cierto).

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Subimos las gradas, pues la pizzería quedaba en un segundo piso, ordenamos y nos sentamos a comer. De mi papá aprendí a sentarme en asientos desde los cuales pueda observar al resto del restaurante donde esté, y eso hice. Comíamos plácidamente cuando al lugar entraron 2 mujeres: una de pelo negro y ojos cafés (como yo) y otra rubia, de ojos azules. Las damas se sentaron en una mesa y ordenaron su comida.

Luego de unos minutos, observé que la macha (rubia, en tico) me estaba sonriendo. La mujer tenía una sonrisa cautivadora, verdaderamente. Pero por un lado, yo nunca he sido ese tigre que acecha a las mujeres en los arbustos y salta a reclamar su presa en el momento indicado, y por otro lado, mi tata estaba sentado a la par mío. Sólo podría imaginar a mi papá haciendo la ola o algo parecido, mientras yo iba "al ataque" con la rubia. Eso NO era opción.

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Resolví usar un arte milenario: las servilletas. Tomé una, e hice un dibujo (ya no recuerdo de qué), y además escribí algo agradable respecto a la sonrisa de la dama, y adjunté mi nombre, número de teléfono, e-mail, y demás datos relevantes. Al salir del lugar, le hice entrega de la mentada servilleta a la señorita turista, cuya tez se tornó rojo dinamita, y procedimos a abandonar el lugar.

Al día siguiente, domingo, seguimos viajando por la campiña chapina. Fuimos al mercado en Quiché, lugar donde el idioma predominante no es el español, era como estar en otro país. Al atardecer, decidimos emprender el retorno a la Ciudad de Guatemala, localizada a 3 horas de viaje.

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A las 10pm, me senté en la computadora, y decidí revisar mi correo. La estimable dama me había escrito. Quería verme ese día, a las 8pm, en el McDonald's de Xelajú. Eran las 10pm, y yo no estaba en Xelajú. Le respondí, preguntándole qué planes tenía para los siguientes días.

El día siguiente, lunes, me respondió (he ahí la importancia de revisar el mail a menudo). Era danesa. El martes (o sea, al día siguiente), emprendería el regreso a tierras danesas, tras 5 meses de haber permanecido en Guatemala. Esa noche, dormiría en la ciudad, y se hospedaría en el hotel ___________. Yo tomé las páginas amarillas, busqué el hotel, y llamé.

En efecto, ella estaba ahí. Hablamos como media hora (ella hablaba casi perfecto español), y para concluir la charla, le dije que si no le importaba, yo la iría a despedir al aeropuerto al día siguiente, a lo cual ella accedió.

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Llegué ese martes al aeropuerto, andaba cargos verde olivo (estaban de moda en esa época, los cargos) y sweater azul eléctrico, además de las entonces-infaltables kam-lung (tuve mi etapa chancletística). Había preparado otro dibujo, esta vez de una hoja tamaño carta, así que me senté en el piso del aeropuerto a esperar.

10 minutos después, apareció ella. Me puse de pie, y le entregué el dibujo. Ella lo vio, y no recuerdo si intercambiamos palabras. Nos besamos. Profusamente. Sin control. Como si el mundo se fuera a acabar (y en cierta forma, se iba a acabar). Fuimos a la fila de la aerolínea. Nos seguimos besando. La gente nos veía, ya no inspirada por nuestro romanticismo, sino asqueada por nuestro intenso intercambio de babas. No importó.

Nos besamos las 2 horas enteras que ella esperó su avión. A la hora dicha, ella se fue de regreso a Dinamarca.

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Los siguientes meses, la comunicación fue intensa. Mails, chats, cartas a veces, para mi cumpleaños recibí un diccionario danés-español... hasta que un día de octubre, si no estoy mal, yo le dije "si no te importa, quisiera ir a Dinamarca, con vos". Al día siguiente, la respuesta fue positiva.

Yo había ido a trabajar a EUA con OTEC 2 veces, por lo que tenía algunos ahorros en el banco, y mi papá me colaboró con otra suma. Él estaba entusiasmado (ya sé de quién heredé el sentido de la aventura), pero mi mamá no estaba tan feliz. En opinión de ella (y en realidad no la culpo ni por un segundo por pensar así), el asunto era demasiado riesgoso, y con el dinero que iba a invertir en mi viaje, podría hacer otras cosas.

Pero no. La decisión estaba tomada. Compré el boleto, y armado con mi diccionario, me dispuse a empezar a arañar el idioma, aunque fuera de la forma más incipiente. Lo siguiente que supe, era que estaba sentado en un vuelo con ruta hacia Copenhague, pensando "¿qué putas estoy haciendo?".

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Tras un vuelo larguísimo en el que tomé whisky etiqueta negra con una colombiana y vi auroras boreales, el 19 de diciembre de 2001 arribé a Kastrup, el aeropuerto de Copenhague. Para mi gran alivio , ella estaba ahí, esperándome. Nos besamos, y abordamos un tren. Al principio, el shock era lógicamente abrumador, pero al cabo de un par de horas, todo fue tomando un curso más o menos normal.

Los siguientes días, apenas salíamos del cuarto, yo me estaba recuperando del jet-lag hediondo que me causó la travesía (a las 3am estaba fresco como una lechuga, y a las 3pm no podía ver una cama ni en el periódico porque me quedaba dormido).

La semana siguiente era navidad, por lo que alistamos las cosas y fuimos a Næstved, al sur de la isla donde está Copenhague, donde reside su familia. Fui conociendo, uno tras otro, a toda parentela, y me resultó increíble la calidez de cada uno de ellos. Especial recuerdo guardo de su papá (quien en media borrachera me abrazaba y me recordaba lo buen muchacho que soy -o era) y sus abuelos maternos (quienes nos recibieron en su casa como invitados de lujo).

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Esa navidad fue extraña, en el buen sentido de la palabra. Cada uno de los Brendstrup tenía un regalo navideño para mí. Era como si yo hubiera estado casado con Lisette por años, y no chateando por meses. Yo había llevado cigarros, cerveza, café, etc., desde Costa Rica, y esa navidad repartí todo. Algunos de los regalos de esa ahora-lejana navidad, todavía los conservo y uso.


Pasé el año nuevo con ella, sus amigos y familia, comiendo sandwiches sin tapa (o sea, sólo la rodaja de pan con cosas encima), tomando cerveza a temperatura ambiente (sabía a orines de borracho pero uno se acostumbra), y siendo un niño otra vez.

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Durante los 2 meses que estuve en Dinamarca, me sucedieron una gran cantidad de cosas increíbles, fui sumamente feliz, conocí lugares a los que no he vuelto nunca en mi vida, en fin, viví. Sin embargo, hacia el final de mi estadía, sucedió algo con lo que yo no contaba.

Cuando ella volvió a Dinamarca tras 5 meses en Guatemala, se encontró con que sus padres se estaban divorciando tras 20+ años de matrimonio. Esto tuvo sobre ella el efecto de causarle gran stress y carga psicológica, etc.

Un día de mediados de febrero, ella salió con Karina, su amiga. Al volver a casa, me comunicó que tras una larga plática con su amiga, ella había decidido no ir a Costa Rica en verano (que era lo que planeábamos y lo que parecía lógico, en vista de nuestra "floreciente" relación). Yo quedé atónito, no podía entender cómo ella, básicamente, estaba abandonandon el barco.

En tal suspenso llegó el día de mi regreso a Costa Rica. Nos despedimos (ella no lloró), y volví a mi país a seguir con mis estudios universitarios.

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Tras un estira y encoge, un día X ella decidió en definitiva no visitarme, y por ende, dar por concluida la relación. A mí me tocó vivir un año de subes y bajas emocionales debido a eso, a una relación que concluyó sin concluir, al muerto que tuve que enterrar, sin cadáver... sencillamente un día me enteré de la muerte de la relación, por medio de un mail.

Al año siguiente conocí a Karen. Tuvimos una relación de varios años. Pero los siguientes 5 años tras mi regreso de Dinamarca, tuve constantes sueños en danés, sobre Dinamarca. Fue muy incómodo para mí, pero en cierta forma, era un reflejo de que mi mente me reclamaba sobre un capítulo de mi vida que se quedó sin terminar, aunque la vida siguió pasando páginas.

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La relación con Karen concluyó al cabo de varios años, y yo busqué proseguir con mis estudios de maestría en algún lugar del mundo. Escandinavia parecía la opción lógica (no por volver a buscar a la danesa, sino porque ya había estado acá), así que apliqué a 2 universidades en Suecia y 2 en Noruega.

En mayo de 2008 me comunicaron que había sido aceptado en la Escuela de Arquitectura de Bergen. Además de los titánicos preparativos (renunciar al brete, vender todo, ahorrar como loco, trámites de mierda, etc.), un día le escribí un mail a la danesa (nunca perdimos el contacto por completo, seguimos en términos cordiales), donde le indicaba que a partir de agosto, residiría en Noruega, por si quería llegar a darse una vuelta.

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A finales de octubre, la mujer vino a Bergen. Yo no tenía NINGUNA expectativa romántica (lo digo con toda honestidad), pero sí me carcomían los nervios (creo que es normal, tras 7 años de no ver a alguien). Llegó el bus del aeropuerto, y ella se bajó del bus. En ese momento, gracias al Señor Jesucristo, cerré ese capítulo de mi vida.

La vi. Ya no me resultaba atractiva para NADA. Sigue siendo esa persona que es consumida todo el tiempo por sus propios problemas (y no tiene tiempo ni cabeza para entender que TODOS tenemos problemas y aún así seguimos adelante con nuestras vidas), y en fin, me resultó obvio que ella no es alguien con quien yo quisiera pasar mi vida.

Así llegué a Noruega.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Los efectos del clima en un ser tropical

Uno siempre oye a la gente quejarse del clima, y a menudo se asocia los inviernos del norte con altas tasas de suicidios y cosas así, pero creo que uno no tiene plena conciencia del asunto hasta que lo vive en carne propia.

En Bergen estamos todavía en invierno, aunque a veces ya pareciera que los días se vuelven más benéficos, y definitivamente hay más horas de sol que en diciembre (antes había 6 horas de sol -la mitad que en Costa Rica-, ahora hay 8 horas de sol, y se nota mucho esa diferencia).


Cuando hace sol

- Me dan ganas de volarme todos los sweaters y carajadas que me toca usar
- Quiero caminar a todo lado, andar en bici, correr... como cuando era chamaco

- Todo brilla, apenas para tomarle foto
- El frío desaparece mágicamente
- Hay como una electricidad en el aire, la gente aparece más feliz, las mujeres (aún) más hermosas..

Cuando está oscuro/llueve
- No me da ganas de ni mierda

- Me quiero quedar en la choza guardado
- Me quiero bañar todo el tiempo... un día me bañé 3 veces (casi se me cae la piel, sobredosis de Báctex)


Tal vez un día de estos me agarre la loquera y me bañe 4 veces...

jueves, 5 de febrero de 2009

Días poderosos

Y yo me pregunto... ¿por qué hay días en que uno le llama más la atención al sexo opuesto (o mejor dicho, le llama la atención, porque también abundan esos días en que no lo vuelven a ver a uno ni para enjacharlo)?

Pero si hoy no me lavé los dientes, me huele la boca (me apesta, es un verbo más adecuado) a café (se me pasó la mano y sabía a carbolina el hijueputa), ando con botas de hule porque está nevando en puta, ando despeinado, etc., etc., etc. Y cuando uno sí se chanea, nadie lo determina.



¿Qué será la vara entonces? Sólo sé que no sé nada.

jueves, 29 de enero de 2009

En el StudVest


Studvest
Miércoles 28 de enero, 2009
Portada
"Noruega vista desde afuera"










Página 25
"El amor difícil"

martes, 27 de enero de 2009

En el Bergens Tidende

Bergens Tidende
Viernes 23 de enero, 2009

Fotos de un recién llegado

"Roberto Ovalle viene de Costa Rica. Él ha vivido en varios lugares antes de venir a Bergen a estudiar Arquitectura. En la exhibición "Norway from the eyes of a stranger", vemos fotografías de su primer encuentro con Noruega. Él se autodenomina un recién llegado, y describe a Noruega como un amor difícil, pero aún así, desafía el rechazo y se vuelve adicto al país."

sábado, 24 de enero de 2009

Hoy

... dormí pocas horas.
... fui entrevistado por un periódico universitario, Studvest.
... alguien vio mis fotos en otro periódico, Bergens Tidende.
... traté con gente de lo más pura vida (Hanne, Thomas, otros).
... 2 noruegas me agarraron el culo en un bus.
... un extraño en otro bus se dio cuenta de mi felicidad.

Hoy es un día que no quisiera que terminara.

viernes, 16 de enero de 2009