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¿Hay problema, Willy?

sábado, 14 de noviembre de 2009

En el cielo está el reino de Dios

No, no me volví pandereta.

Recientemente estuve en un vuelo nocturno entre Copenhague y Bergen. No es secreto que de un tiempo para acá me da miedo volar, y eso se exacerba por las noches... ¿miedo a lo desconocido?

El vuelo, supongo, jamás tuvo ningún peligro serio. Sin embargo, se movió de principio a fin. Me bajé del avión temblando. Durante todo el vuelo le rogué a Dios que se acabara la turbulencia. Sólo en eso pensé.

Cuando el ser humano envejece, o se asusta o se siente inútil, se acuerda de Dios como nunca.
¿Por qué seremos tan doble cara?

7 comentarios:

Sobi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sobi dijo...
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Sobi dijo...

Yo tampoco...

Pero últimamente me he acercado más a Él, y los resultados han sido gratificantes (reveladores).

Cierto, entre más viejos más inútiles y vulnerables. No creo que seás doble cara (aunque con la que te andás probablemente sería bueno tener una de repuesto), simplemente es un comportamiento de la GRAN mayoría de personas acercarse (o recordarse en su defecto) del todo poderoso en situaciones angustiantes.

No sólo está allí cuando lo llamás, está siempre con nosotros y no me parece que sea dañino que de vez en cuando hablés con Él.

cordilleraazul dijo...

diay usted era de que subirse a una lata voladora no le asustara en lo mínimo,en cuanto a acordarse de la divinidad sea cual sea y con la forma que sea me parece un impulso normal y creo que no es por temor a morir es una respuesta de acercarse a alguien-algo que tiene un poder de acción/control mayor , algo como llamar al tata a gritos a las 2 am cuando uno tiene 5 años

Lay dijo...

x desgracias siempre esperamos estar mal o asustados pa acordarnos de el

Anónimo dijo...

Estimado Roberto: Dios es simplemente el nombre que le damos a la proyección de nuestros temores, especialmente el miedo a la muerte.

Le recomiendo que vea este excelente video al respecto.

roberto OVALLE dijo...

Bueno, yo no soy ateo, pero tampoco asisto a una iglesia ni nada parecido, pero es muy curioso que cuando uno se siente tan vulnerable, renuncia al control y nos volvemos más pequeños que un huevo de colibrí. Este sábado me toca volar de nuevo...